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martes, 11 de julio de 2023

Reconfiguración mundial: fracturas globales y cambios geo / ecónomico / político / estratégicos


Esta investigación parte de la premisa, según la cual, estamos asistiendo a un cambio de época que inició con una etapa de transición, que inicia con la caída del muro de Berlín y termina en 2001 con el derrumbe de las Torres Gemelas. El objetivo que se persigue es problematizar y abordar la inestabilidad que caracteriza este periodo de transición y reconfiguración mundial, en las que se han producido fracturas globales que han dado lugar a cambios geopolíticos y geoeconómicos. Se hace uso de la metodología cualitativa, específicamente, la revisión documental y el análisis hermenéutico, en tanto, consiste en un análisis histórico y de coyuntura. Mientras que, desde el punto de vista teórico, es un estudio interdisciplinario, que utiliza las teorías estructuralista y transnacionalista para realizar el análisis.

Palabras-claves: Geopolítica; Geoeconomía; Geoestrategia; Orden Mundial.


Introducción

Esta investigación parte de la premisa, según la cual, estamos asistiendo a un cambio de época que inició con una etapa de transición, que va desde la caída del muro de Berlín y termina en 2001 con el derrumbe de las Torres Gemelas. A partir de ese momento, se evidencian una serie de crisis, fracturas y cambios que van desconfigurando viejas estructuras surgidas de los acuerdos de Bretton Woods, así como también de la institucionalidad nacida luego de la Segunda Guerra Mundial, con implicaciones geopolíticas, geoeconómicas y geoestratégicas; para luego dar paso a la configuración de un nuevo orden mundial que luce incierto, especialmente, en un contexto de pandemia por causa de COVID-19.

Con este estudio se intenta mostrar los diversos cambios que ha sufrido el sistema internacional desde la década de 1990 hasta la actualidad, señalando las múltiples crisis que se han ido acumulando. El objetivo que se persigue es problematizar y abordar la inestabilidad que caracteriza este periodo de transición y reconfiguración mundial, en las que se han producido fracturas globales que han dado lugar a cambios geopolíticos y geoeconómicos.

Para ello, se hace uso de la metodología cualitativa, específicamente, la revisión documental y el análisis hermenéutico, en tanto, consiste en un análisis histórico y de coyuntura. La hermenéutica es un método de interpretación de los hechos históricos “pero no como un relato de hechos, sino examinando el presente como el resultado acumulativo de una serie de capas históricas” (TIUSABA; BARRETO; CERON, 2019, p. 223), de tal forma que el sistema internacional actual viene a ser “una manifestación del pasado, resultado de un complejo proceso histórico” (TIUSABA; BARRETO; CERON, p. 223).

Desde el punto de vista teórico, es un estudio interdisciplinario que, por un lado, utiliza la articulación de conceptos transversales como geopolítica, geoeconomía y geoestrategia para comprender las dinámicas que se producen en un entorno internacional globalizado, interdependiente y complejo. Donde la geopolítica se entiende como “teoría y acción de análisis de la política exterior de los Estados en el sistema mundo, que atraviesa todas las dimensiones de las ciencias sociales” (JAGUARIBE; RIVAROLA; CALDUCH, 2017, p. 275), en la cual la geoestrategia no es más que la estrategia en una concepción más moderna, que permite alcanzar objetivos geopolíticos en partes considerables del mundo que pueden abarcar hemisferios, océanos o zonas aero-espaciales. Así, la geoeconomía que se manifiesta al final de la Guerra Fría, busca objetivos similares a los geopolíticos, pero mediante el uso de recursos y capacidades económicas.

De igual manera, se utilizan las teorías estructuralista y transnacionalitas, los cuales, nos permiten comprender el funcionamiento del sistema internacional luego de la caída del Muro de Berlín, las fracturas que se dieron a partir del 11 de septiembre de 2001, así como el conflicto entre Estados Unidos (como hegemonía global) con las potencias emergentes China y Rusia. En este sentido, Estados Unidos, China, Rusia son entendidos como actores geopolíticos y geoeconómicos que despliegan sus geoestrategias en función de sus intereses geopolíticos y geoeconómicos. Es importante recalcar que no son los únicos actores que se mencionan en el estudio, aunque si son estos en los que más énfasis se hace por su calidad de potencias mundiales. Igualmente, es importante señalar que no nos orienta una visión estatocéntrica del sistema internacional.

Un mundo en transición

El mundo que conocemos en la actualidad es el resultado de una serie de perturbaciones y crisis políticas, económicas y sociales derivadas de la ruptura del antiguo esquema bipolar de las relaciones internacionales. El final de la Guerra Fría1 dejó a las dos principales potencias mundiales lesionadas, la Unión Soviética (URSS) colapsó y se desmembró, mientras que Estados Unidos (EE. UU.) quedó con signos evidentes de agotamiento, no obstante, ambas conservaron intacta su capacidad nuclear. Estados Unidos, a pesar de su debilitamiento, se erigió como la hegemonía global2 sustentándose en el poder de su aparato militar y el de su moneda, pues no contaba con ningún rival lo suficientemente fuerte para desafiarlo.

La década de 1990 estuvo determinada por la idea de la globalización que interconectó a todo el mundo, para ello fue vital la disposición del word wide web (red informática mundial) mediante el uso de internet. Además, del posicionamiento del capitalismo como sistema económico-financiero imperante, que avivó la esperanza de una paz duradera entre los Estados, así como la preeminencia de los valores occidentales de democracia, progreso, derechos humanos y derecho internacional que fueron admitidos como universales, aunque sin consenso en su aplicación (KISSINGER, 2014). Lo que caracterizó esta época fueron las expectativas sobre las cualidades que asumiría el nuevo Orden Mundial. La academia estadounidense fue bastante prolífera en cuanto a los pronósticos de cómo debería ser ese nuevo orden mundial y qué rasgos distintivos tendría, así como el rol que EE. UU. estaba llamado a ejercer como hegemonía, algunos autores como Henry Kissinger (2014), Samuel Huntington (2001), Zbigniew Brzezinski (1998), Stanley Hoffman (1988), por citar algunos nombres, se aventuraron a exponer sus apreciaciones al respecto.

De acuerdo con dichos pronósticos el “Nuevo Orden Internacional supondría la configuración de un nuevo sistema político-diplomático, basado en el protagonismo hegemónico de los Estados Unidos y en el imperio del Derecho Internacional y de la paz, tal como son entendidos por ese país” (DEL ARENAL, 2001, p. 25). Pero la realidad fue que el mundo sufrió profundas modificaciones, aunque no se hizo más pacífico, ni más democrático, tampoco un lugar de respeto de los derechos humanos, y mucho menos más respetuoso del Derecho Internacional. Al contrario, nuevos y viejos problemas se hicieron más evidentes, se propagaron las crisis y todo se complejizó. James Rosenau (1998) lo calificó, en su oportunidad, de un mundo fragmentado y de desorden generalizado.

Todos los conflictos que se encontraban comprimidos bajo el esquema de Guerra Fría quedaron en libertad de detonar en el momento menos esperado. En síntesis, el sistema internacional, si bien, siguió siendo descentralizado, coexistió con múltiples centros de poder. También coexistieron los multilateralismos con los regionalismos, los transnacionalismos con los nacionalismos, lo global con lo local, los Estados como unidades privilegiadas del sistema empezaron a compartir ese privilegio con múltiples y nuevos actores, tanto transnacionales como nacionales y locales. Los asuntos de seguridad compitieron, en importancia, con los aspectos económicos, ambientales y muchos otros que ampliaron la agenda internacional, no obstante, ahora el Estado-nación lucía debilitado, fragmentado, en crisis, con un poder difuso.

La década de 1990 desde el punto económico enfatizó el regionalismo, fue la época de los bloques económicos, se consolidó la Unión Europea (1993), se pregonaron los Tratados de Libre Comercio, se constituyó la triada económica de América del Norte (México, Canadá, EE. UU.), Europa (UE, Noruega, Suiza) y Asia (Japón, Corea del Sur). En 1991 se crea la Comunidad de Estados Independientes (CEI), en 1996 se inicia la creación de la Organización de Cooperación de Shangai3 (OCS) y en 1998 de la Comunidad Económica Euroasiática4 (CEEA), de tal forma que el mundo adquiere carácter multipolar creando diversos centros de poder.

El gran triunfador de la década fue el fenómeno de la globalización, mientras el perdedor fue el Estado nacional. Los efectos de la globalización se observaron en todos los espacios de la vida de los individuos y de los Estados, se presentaron paradójicos y muchas veces contradictorios, al mismo tiempo como incluyente y excluyente, modernizadora y desmodernizadora, totalizante y fragmentadora, uniformizante y diversificante, democratizadora y autocratizante. La apertura del comercio permitió acelerar el crecimiento de muchos países (como los llamados Tigres Asiáticos, China India), sin embargo, profundizó las contradicciones del sistema capitalista y ese crecimiento pronto se ralentizó, en un contexto mundial desigual y asimétrico.

El desenlace final fue el incremento de los conflictos sociales, étnicos, religiosos, migraciones masivas, aumento de la pobreza y el hambre; sistemas políticos inestables, democracias debilitadas, Estados permeados por fuerzas transnacionales del mercado y los flujos de información, los cuales se encontraron imposibilitados para regular los intercambios económicos, culturales. Se debilitaron las fronteras nacionales, se pusieron en jaque las instituciones políticas, los partidos políticos, los poderes públicos y como consecuencia se produjo una fuerte crisis de legitimidad, de valores, de las ideologías, de gobernabilidad, de las democracias. De tal forma, que el arribo al nuevo milenio llegó en el marco de una suerte de crisis multidimensional y multicausal.

Principales Fracturas globales

A partir del ataque del 11 de septiembre de 2001 al World Trade Center de Nueva York5 se retomaron los análisis geoestratégicos y geopolíticos, producto del endurecimiento de la estrategia de seguridad de EE. UU., se adoptaron medidas antiterroristas que lograron la neutralización de Al-Qaida y de los talibanes. No obstante, el costo de la guerra en Afganistán significó un desconocimiento constante al Derecho Internacional y al respeto de los derechos humanos6. Por tanto, la gobernanza internacional se hizo deficitaria y se abrieron las oportunidades para el desencadenamiento de frecuentes crisis, las relaciones de poder se hicieron cambiantes, la cooperación se debilitó y no se logró consenso sobre el uso de los bienes públicos globales7.

De tal manera, que el siglo XXI apareció enmarcado en un contexto internacional caracterizado por tiempos caóticos, turbulentos, imprevisibles y de gran incertidumbre, traducidos en una crisis civilizatoria multidimensional y multicausal que ha hecho cuestionar las preconcepciones de la realidad internacional. De allí es que la palabra crisis toma relevancia, si hacemos un inventario de manera superficial encontramos:

a) crisis económica que se evidencia desde 2008, crisis alimentaria con 820 millones de personas con hambre en el mundo para 2019, b) crisis climática con diversos fenómenos que han puesto en jaque a los países (incendios, huracanes, tormentas, terremotos, deshielos, sequias, inundaciones), c) crisis de refugiados con alrededor de 70 millones de refugiados y desplazados en 2018, d) crisis de seguridad evidenciada en las constantes amenazas del terrorismo internacional y confrontación nuclear, e) crisis de la democracia, tanto en países avanzados como en los menos avanzados; materializando el declive de las clases medias, surgimiento creciente de xenofobia y aporofobia, desmantelamiento del estado de bienestar, desencanto en las diversas formas de representación, emergencia de nacionalismo, supremacismo blanco y fundamentalismos religiosos, lo cual se traduce en crisis del Estado-nación como entidad soberana y d) crisis sanitaria que ha puesto en jaque los sistemas sanitarios nacionales, luego de haber experimentado diversas epidemias en lo que va del siglo como: SARS (2003), H5N1 (2005), H1N1 (2009), MERS (2012), Ébola (2014) y en 2019 sorpresivamente se produce la pandemia de COVID-19 que ha obligado a todos los Estados a decretar cuarentenas que han paralizado prácticamente al sistema, este es el contexto desde el cual se hace esta investigación.

vivimos tiempos de cambios económicos, sociales y políticos extraordinarios. El rápido progreso tecnológico y digital, el envejecimiento de la población, una mayor migración, el progreso del capital humano, la mayor prevalencia del cambio climático, el impacto heterogéneo de la globalización en los diversos grupos socioeconómicos y el creciente descontento social son algunas de las megatendencias más notorias que se han intensificado en los últimos años (OCDE, 2019, p. 17).

Siendo el Estado nacional, el principal actor de las relaciones internacionales, su crisis sistemática es de gran importancia para entender los cambios internacionales que le siguen. Desde el momento en que se empezó a profundizar la globalización, las fronteras se hicieron más porosas y las ideas de soberanía, poder y homogeneidad que le caracterizaban se fueron diluyendo generando una crisis de los sistemas políticos en cuanto a su capacidad reguladora y en su legitimidad, aflorando una variedad de identidades que reclaman su derecho a existir, bien sea como minorías o como mayorías, preservando sus diferencias. Esto conlleva a afirmar, en consonancia con Manuel Castells (2019), la tendencia a la ruptura del Estado-nación, en la cual el Estado se globaliza y la nación se repliega sobre las identidades. En la medida que la ciudadanía nacional se tiende a descomponer, el vínculo político se hace poco claro y entra en disolución, lo cual genera implicaciones políticas para los extranjeros, los refugiados, los solicitantes de asilo, las minorías étnicas, entre otros.

La incapacidad de los Estados de ofrecer o garantizar seguridad y estabilidad a sus ciudadanos es evidente, en muchos casos se han visto permeados por el crimen organizado tras persistentes crisis internas de gobernabilidad, a estos se les ha denominado estados fallidos8 o débiles y por tanto, se han convertido en un problema de seguridad internacional y en blancos legitimados para intervenciones internacionales. Así, de acuerdo con Gareth Evans (2004) “Junto con la proliferación de las armas de destrucción masiva y el terrorismo internacional, el tema de la delincuencia de los Estados es uno de los tres mayores problemas de seguridad de las primeras décadas del siglo XXI” (GARETH, 2004 apud SANTOS VILLARREAL, 2009, p. 24).

El Estado, en muchos casos, se ha vuelto ineficaz porque no puede hacer cumplir sus leyes uniformemente debido a las altas tasas de criminalidad, corrupción extrema, un extenso mercado subterrâneo o informal, burocracia impenetrable, ineficacia judicial, interferencia militar en la política, grupos de poder fácticos que imponen sus decisiones sobre la aplicación de la ley, la ley misma y el interés general (SANTOS VILLARREAL, 2009). La cuestión es que los problemas son de carácter globales pero las instituciones de gestión siguen siendo nacionales (CASTELLS, 2019).

En el interín, la dinámica internacional demuestra que aunque EE. UU. se ha mostrado cada vez más ineficiente9 para controlar el sistema internacional, simultáneamente, sus acciones internacionales son cada vez más agresivas, queriendo controlar todo mediante el uso de sanciones, amenazas y de amedrentamiento militar, especialmente, acentuándose esto con la llegada al poder de Donald Trump. Mientras que otros actores que han venido fortaleciéndose como Rusia y China promocionan y utilizan la economía, la ciencia y la tecnología bajo otra modalidad más pacífica como estrategias alternativas para hacerse con una posición más dominante en la escena internacional y proponer un estilo de gobernanza diferente a la occidental.

Un mundo en disputa por la supremacía global

Como bien señaló Zbigniew Brzezinski (1998) EE. UU. se convirtió en la única potencia global conocida en la historia al “controlar todos los océanos y mares del mundo, (…) [al desarrollar] una capacidad militar activa en el control anfibio de las costas que les permite proyectar su poder tierra adentro de maneras políticamente significativas” (BRZEZINSKI, 1998, p. 31), controlando militarmente el extremo oriental y occidental de Eurasia y el Golfo Pérsico, además de contar con una dinámica económica que le ha permitido ejercer esa primacía global. Pero ante las crecientes crisis dentro del sistema internacional su capacidad de gestión se ha visto seriamente cuestionada, además su otrora economía fuerte se ha ido visiblemente deteriorando10.

Esto ha hecho que emerjan estados disidentes de la política estadounidense y no occidentales que progresivamente han creado nuevos centros de poder económicos, comerciales y políticos alternativos para determinar la agenda internacional, como Rusia y China, además de India, Turquía, Irán, Corea del Norte, países que han entrado en un proceso de disputa por la supremacía mundial, de cuestionamientos y desafío a la autoridad internacional estadounidense. Igualmente, en América Latina11, se produce una disidencia importante con respecto al influjo estadounidense, tras la emergencia de gobiernos progresistas en varios países de la región a partir de 1998, los cuales asumieron una agenda antimperialista, autonomista, integracionista y en oposición al modelo de democracia liberal occidental, y en demanda de un sistema internacional multipolar y de justicia.

Se debe tener en cuenta que para considerar a un Estado como influyente en la política mundial es necesario que sus capacidades militares, económicas, tecnológicas y culturales transciendan sus fronteras y los límites regionales, como para imponer una agenda internacional e influir en las decisiones del resto de los actores. Tomando en consideración estos criterios tanto China como Rusia califican como potencias emergentes12 que ponen en peligro la hegemonía estadounidense y que tienen un alto porcentaje de probabilidad si no de destronar completamente a EE. UU. de su hegemonía, por lo menos de medirse en condiciones de igualdad por el control mundial, lo cual necesariamente llevará a conflictos de diversas intensidades.

Esto obedece al desplazamiento progresivo de la dinámica económica mundial desde el Atlántico hacia el Asia Pacífico, en un proceso de debilitamiento de las potencias occidentales13, así como en la emergencia de movimientos de corte nacionalista-populistas, el desmoronamiento institucional internacional (OTAN, G-7, ONU, FMI, BM, OMC) que cuestionan el orden liberal internacional, con la emergencia de nuevos escenarios geoestratégicos, en los cuales EE. UU.,China y Rusia se mueven creando cambios estructurales que reconfiguran el sistema y que pueden ser contundentes a largo plazo convirtiendo a Eurasia en un nuevo centro de poder, modificando el tablero mundial (SERBIN, 2019).

El surgimiento de los BRICS14 (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica) como economías emergentes en la década del 2000 mostraba el preludio de los cambios geoeconómicos que se estaban gestando y que podrían finalizar con cambios geopolíticos de tanta relevancia que implicarían la posibilidad de transmutar en un nuevo orden mundial con modalidades distintas a las establecidas por occidente. Los BRICS visibilizan el tránsito de la economía mundial desde la zona del Atlántico a la zona del Pacífico, erigiéndose en los benefactores de la globalización en detrimento de las economías del G7.

En el 2009, durante la crisis financiera, los BRICS asumieron una postura crítica ante las instituciones de Bretton Woods, planteando la necesidad de establecer coordinación política; algunos países BRICS en el marco del G20 lograron que se aceptaran reformas al FMI que difícilmente se habrían logrado desde la plataforma del G7 (NAVARRETE, 2012).

Prontamente, China y Rusia comenzaron a ejercer un mayor influjo en diversas zonas del mundo, como América Latina, Europa, África, además de sus zonas naturales de influencia, mientras EE. UU. se embarcaba en la guerra contra el terrorismo, en la cual iba perdiendo legitimidad ante la opinión pública mundial debido a los excesos que se fue permitiendo, como violaciones de derechos humanos en Afganistán, las políticas de espionaje de sedes diplomáticas, las mentiras sobre las armas de destrucción masiva en Irak, entre otras.

En este contexto de ideas, se puede afirmar “que el sistema internacional entró en una fuerte competencia entre las grandes potencias que reformatea el espacio geopolítico, geo-económico y geo-cultural global” (KARAGANOV, 2018 apud SERBIN, 2019, p. 25).

La reaparición de Rusia postsoviética en el escenario mundial

La disolución de la antigua Unión Soviética trajo consigo una serie de retos geopolíticos para Rusia15, la mayoría de las repúblicas de su antigua área de influencia (Europa del Este) estaban siendo absorbidas por occidente y la OTAN se estaba acercando demasiado a sus fronteras, atentando contra la seguridad y el interés nacional ruso. La visión pragmática de Putin, aunado al repunte de los precios del petróleo durante la década de 2000, sorprendieron al mundo con el resurgimiento de Rusia, lo cual se logró bajo un esquema orientado a promover un espacio de integración regional euroasiática que reivindicaba la geoeconomía como herramienta de negociación y estrategia útil a los intereses rusos, pero que también servía para contener cualquier intromisión externa. Los grandes foros económicos y comerciales impulsados desde Rusia (Foro Económico de San Petersburgo-Cumbre Mundial de países exportadores de Gas) con sus países vecinos también indican que la antigua política militarista de la URSS ha sido reversada por mecanismo más pacíficos y donde se pueden obtener mayores ganancias económicas.

El poder y la capacidad de actuación rusa ha transcendido los temas económicos y energéticos16, la participación militar de Rusia en la Guerra contra Siria, así como el papel determinante para el fin de este conflicto armado, ha puesto en evidencia que esta potencia mundial no solo quiere participar en asunto de índole económicos y comerciales, sino que es un claro mensaje al mundo sobre sus capacidades militares, así como una oportunidad para poner a pruebas todos sus sistemas de defensa militar.

Rusia ha logrado posicionarse en asuntos extra-regionales, como lo demuestran sus asociaciones con países de América Latina, caso específico de Venezuela, donde posee importantes inversiones en petróleo y gas, así como intercambios en materia militar, situación que la pone en rivalidad inmediata con EE. UU. y su habitual dominio de la región Latinoamericana. En el continente africano, Rusia posee vínculos directos con los gobiernos de Suráfrica, Angola, Argelia, Egipto, entro otros. Este escenario convierte a Rusia en un importante actor en las actuales dinámicas, por sus capacidades de interacción y generación de aliados en oposición ideológica y política con EE. UU.

El aspecto más relevante de la consolidación de las relaciones de Rusia con el resto de las economías en ascenso, es su acercamiento a China en asociación estratégica, la cual comenzó con la Russian-Chinese joint Declaration on a Multipolar World and the Establishment of a New International Order17 (1997) en el que se establecía la necesidad de crear un orden multipolar en el que China y Rusia pudieran desempeñar el papel de potencias junto con EE. UU., conjugando la Doctrina Primakov rusa y los cinco principios de la coexistencia pacífica chinos18. También llegaron a un acuerdo sobre delimitación de fronteras, el cual se selló con el Treaty of Good-Neighborliness ond Friendly Cooperation Between the People's Republic of China and the Russian Federation19 (2001) para contribuir al “mantenimiento de la paz, la seguridad y la estabilidad en Asia y el mundo” y “promover y establecer un nuevo orden mundial justo basado en principios y normas de leyes internacionales universalmente reconocidos”, así como “reforzar la asociación cooperativa estratégica de igualdad y confianza” (art. 10).

En 2005 China y Rusia reafirman su deseo de configurar un nuevo orden mundial al realizar la Declaración Conjunta China-Rusia sobre el orden internacional para el siglo XXI con la que ratifican lo sostenido previamente. Esta Declaración también fue una respuesta a las acciones estadounidenses para combatir el terrorismo, plantea crear un orden beneficioso a los intereses nacionales ruso y chino, con un eje de poder alternativo cuyo centro se localiza en Eurasia, para competir con Occidente impulsando el multilateralismo y creando un relato internacional más plural e inclusivo que abarca a las diversas culturas y civilizaciones. En los años siguientes esta asociación estratégica se ha afianzado notablemente.

Emergencia de China como potencia económica

En el caso de China, ha sido arrollador su arribo en la política mundial, de ser uno de los países más pobres del mundo en 1960 pasó a convertirse en la segunda potencia económica actual, con proyecciones favorables a ocupar el primer lugar. En buena medida la apertura comercial y económica emprendida en la década de 1970 por el país asiático, le generó acumulaciones de capital y riqueza derivada de la manufactura, la industria y la tecnológica. Ahora estamos frente a una de las potencias económicas de mayor dinamismo y cooperación internacional. Sus relaciones con el mundo básicamente están sustentadas en lo económico y comercial, es el método con el que China se ha planteado influir en las decisiones globales.

Para lograr su inserción en las actuales dinámicas mundiales China tuvo que ingresar en 2001 a la Organización Mundial de Comercio (OMC), después de más de una década de negociaciones, lo cual constituyó un hito que reafirmó el modelo de apertura económica iniciado a fines de la década de 1970. Con ello entró en competencia con los principales mercados globales, en principio como territorio de mano de obra barata y lugar más propicio para la inversión, lo que le permitió recibir transferencias tecnológicas y crecer más allá de sí misma. De tal forma, pasó de ser el proveedor de productos de consumo masivo, genérico y a bajos precios, a ser una de las principales potencias tecnológicas, gracias a las transferencias y al alto financiamiento en ciencia y tecnología. Iniciándose una nueva competencia geoeconómica, en la cual China apunta hacia la globalización, la consolidación de una nueva institucionalidad financiera fuera del dominio del dólar, que le garantice mercados para su producción, materias primas y posicionarse estratégicamente en distintos puntos del planeta para resguardar su seguridad.

Todo esto lo ha construido mediante un plan estratégico que consiste en acumular oro, desprenderse gradualmente de los bonos del tesoro estadounidense en su poder, trabajando en un sistema swift para las transacciones internacionales que le resguarden de las sanciones financieras estadounidenses, blindándose en torno a una serie de instituciones como el Banco Asiático de Inversión (2014)20 para implementar un modelo de intercambio de productos y servicios prescindiendo del dólar. Durante el año 2016, el Yuan, la moneda China, fue reconocida como moneda de reserva internacional, junto al dólar, el euro, el yen, la libra esterlina y el franco suizo.

Así mismo se planteó la Iniciativa de la franja y la Ruta21 conocida como la nueva ruta de la seda, la cual no es más que un plan geoestratégico y geoeconómico, presentado como una iniciativa de cooperación internacional de componentes económicos, financieros, culturales y de seguridad. Abarca vínculos entre China, Europa, América, África, Asia Central, Medio Oriente, con los cuales se pretende crear infraestructura (oleoductos, gasoductos, ferrocarriles, puertos, bases militares).

Sin embargo, desde la perspectiva estadounidense significa un plan para dominar el mundo usando la trampa de la deuda y evitar críticas sobre derechos humanos; pero para los países involucrados representa la posibilidad de captar inversiones, crear fuentes de trabajo y activar el desarrollo, mientras China sostiene que: “Tiene por objetivo promover la coordinación, la interconectividad de las infraestructuras, la facilitación del comercio, la cooperación en materia financiera y la comprensión mutua, a fin de promover y ampliar las áreas de cooperación entre las Partes” (DECLARACIÓN ESPECIAL DE SANTIAGO, 2018).

Consideraciones finales

El sistema internacional actual se encuentra en medio de diversos conflictos y fenómenos de carácter social, económico, ambiental y políticos, que han puesto en evidencia las debilidades y crisis de legitimidad de las instituciones internacionales diseñadas para dar respuesta y soluciones. Los conflictos en el mundo árabe, las grandes migraciones desde África del Norte hacia Europa, la gran caravana de migrantes en Centro América hacia EE. UU, las crisis políticas y económicas en Venezuela, Bolivia, Argentina o Brasil, así como las conversaciones entre Corea de Norte y EE. UU., por nombrar algunas, hacen de la agenda internacional un espacio confuso y de desenlaces inesperados para la estabilidad política global. Las actuales circunstancias hacen del mundo un campo incierto e inestable.

La aparición de la Pandemia a causa del COVID-19 sirvió de catalizador de las múltiples crisis que estaba experimentando el sistema internacional y estatal, en la que destaca las deficiencias del sistema de salud público, y pone en evidencia la incapacidad de respuesta internas y externas de gobiernos, estados, instituciones y sistemas de integración en el mundo, especialmente en Europa y EE. UU. En pleno inicio de la segunda década del siglo XXI, cuando teóricamente se han intentado bajo múltiples formas de colaboración construir un mundo cooperativo/solidario en la lucha contra los problemas comunes a la humanidad; las respuestas de los Estados ante la pandemia han sido individualistas, disímiles y de cierta forma antiglobalizadoras.

No obstante, a pesar de la crisis de legitimidad, de difusión del poder y de ruptura del Estado nacional, el Estado sigue siendo el actor central, demostrando ser la única estructura con cierta posibilidad de maniobra y de respuesta para contrarrestar la crisis sanitaria en los distintos territorios; lo cual podría traer en principio, como primer escenario posible, un retorno del estado, de la nación, de la producción nacional y de las economías nacionales, dentro de un contexto en que se avecina una crisis global y en la que las demandas de los ciudadanos con respecto a salubridad, empleo, seguridad social y alimentaria, serán de gran relevancia.

La realidad demostró que la identidad europea, el mercado único y la Europa sin fronteras no es tan sólida como se pensaba, que EE. UU. cada vez está más lejos de manifestar interés, voluntad y capacidad para liderar una respuesta a los problemas mundiales y de sus aliados, por lo tanto, va dejando espacios libres en el liderazgo mundial, cambiando las dinámicas de poder que puede ser asumido por Estados que estén en mejor posición para hacerlo, es el claro ejemplo de Rusia y China, los cuales han controlado mejor la crisis internamente y a su vez han podido suministrar ayuda a los países más afectados (Italia, España, Irán, EE. UU). Por tanto, mientras Occidente se va inclinando hacia un progresivo proceso de desglobalización, China y Rusia aprovechan el momento para apostar por un particular tipo de globalización y expandir su influjo. Esto traerá a largo plazo efectos geopolíticos y geoeconómicos importantes.

Desde el punto de vista geoeconómico, la pandemia, ha demostrado la fragilidad implícita en la interdependencia económica de los Estados en momentos de crisis, especialmente, en lo que a la cadena de suministro y a la demanda se refiere. En cuanto a la economía mundial, que venía en crisis desde 2008, la pandemia aceleró un proceso de recesión global la cual puede ser peor que la del año 1929, ya los mercados bursátiles han caído estrepitosamente, provocando millonarias pérdidas a las élites financieras mundiales, así como las economías petroleras han sufrido una de las peores caídas de los precios del petróleo, la anunciada desaceleración económica mundial es inminente, acentuando las asimetrías, pues sus efectos no serán igual para todos. Ante esto se prevé que muchos inversionistas empiecen a comprar oro y bitcoin como ha aconsejado Goldman Sachs a sus clientes (REUTERS, 2020), y es posible que los mercados emergentes asiáticos logren una recuperación más temprana, lo que pudiera considerase como una posibilidad de transformación del sistema financiero que conocemos, pero dentro de un proceso de mutación capitalista.

Desde el punto de vista geopolítico, los Estados que logren el control de la pandemia más pronto, tendrán la posibilidad de implementar más rápidamente medidas tendientes a recuperar sus economías, más aún si cuentan con mercados internos desarrollados y suficientes materias primas; por ahora pareciera que son justamente China y Rusia los que tienen el mejor panorama al respecto, además cuentan con un potencial militar, económico y tecnológico que le avala. Si China logra consolidar el proyecto de la Ruta de la Seda podría trasladar el centro mundial de decisiones hacia la Eurasia. No obstante, esto no significa el triunfo definitivo sobre Occidente, no es posible predecir qué direcciones tomarán las políticas exteriores de Europa o de EE. UU., esto depende de un escenario internacional que varía muy rápidamente. Lo más probable es que la guerra comercial entre EE. UU. y China que inició en 2018 continúe y tienda a recrudecer, especialmente, bajo una matriz de opinión en la que se acusa a China de tener responsabilidad sobre la pandemia. Los escenarios de guerra son muy probables toda vez que históricamente la guerra ha sido la manera utilizada por las potencias para salir de las crisis y apropiarse de los recursos necesarios para mantener su poder.

En cuanto a otros escenarios, hay conflictos abiertos que no se han resuelto como en el Medio Oriente (Siria, Irán, Irak, Yemen, Palestina, Israel) y que una vez pasada la pandemia continuarán dando elementos para el análisis, mucho de lo que allí ocurra definirá el rumbo que tomará la nueva geopolítica. Con respecto a América Latina el escenario inmediato de mayor interés se centrará en los aspectos económicos y en las diversas crisis políticas de la región. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2020) estima una contracción de -1.8% del PIB en la región, cuyo mayor impacto recaerá en los grupos poblacionales más vulnerables, de igual forma, es probable que se produzcan retrocesos en materia de derechos sociales, en buena medida por la reducción de la inversión social por parte de los Estados. Tal situación estará acompañada por la caída y lenta recuperación del precio del petróleo y otras materias primas, además de la lenta reactivación de los sectores de servicios y turismos internacional. En este contexto también seguirá en la agenda la situación de Venezuela y la permanente amenaza de intervención militar, no obstante, una hipotética situación bélica en la zona de esas dimensiones, generaría una gran inestabilidad política y económica con impactos impredecibles.

No sólo las hegemonías, los Estados y las instituciones están en disputa para hacerse un lugar privilegiado en la reconfiguración mundial, los ciudadanos y los grupos sociales también encarnan una disputa, la cual gira en torno a las formas de humanismos que se podrían implementar, así por ejemplo actualmente algunas formas de fascismo representados por dirigentes de algunos gobiernos cuentan con apoyo ciudadano, mientras otros grupos humanos claman por formas más solidarias e inclusivas. Las posiciones tomadas en torno al trato de las migraciones masivas dan testimonio de ello.

Hasta el momento, la práctica ha demostrado que vivimos en un mundo cuya estructura internacional es inestable, débil e incapaz de consolidar un nuevo orden que garantice la paz, la seguridad y la estabilidad de los gobiernos, ciudadanos y Estados, en consecuencia la humanidad sigue a la deriva, colocando su destino en manos de un sistema de estados que buscan afianzar sus proyectos e imponer nuevas formas e ideas de gobernanza global, que a fin de cuentas no termina de concretarse en el horizonte. Las características que podría tener ese nuevo orden mundial no están claras, solo se vislumbran algunas tendencias que se han destacado en esta investigación, pero lo cierto, es que hay una gran necesidad de redefinir alianzas, normas internacionales, funcionamiento de organismos gubernamentales y no gubernamentales, y esto va a depender de qué se pretenda preservar, si se acentúa el interés por la vida humana y la de otras especies, o si se acentúa el interés por preservar el poder, también va a depender de cómo se pretenda hacer esto, si a través de la cooperación o a través de la confrontación y el uso de la fuerza.

Referencias

BANCO MUNDIAL, Crecimiento del PIB Anual, en Grupo Banco Mundial, Washington, 2020. Disponible en https://datos.bancomundial.org/indicador/NY.GDP.MKTP.KD.ZG, Consultado: 20 de junio de 2020.

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Autores: 

Yetzy Urimar Villarroel Peña

Universidad Simón Bolívar, Baruta, Venezuela

yvillarroel@usb.ve

Adriana Patricia Castaño Román

Universidad Simón Bolívar, Baruta, Venezuela

antigonaamorosa@gmail.com

Luis Javier Ruíz

Universidad Simón Bolívar, Baruta, Venezuela

luisjaruiz@gmail.com

Articulo publicado originalmente en:  Revista Conjuntura Austral

Rev. Conj. Aust. | v.11, n.55 | jul./set. 2020

miércoles, 16 de septiembre de 2020

¿Hasta dónde se extiende la influencia política de Isabel II de Inglaterra?

 

Por Luis Javier Ruiz[1].

 La mayoría de los países y territorios donde Isabel II (Elizabeth Alexandra Mary Windsor) es Jefe de Estado y reconocida como Reina están en América Latina y el Caribe. Además, en el  segundo país más grande en extensión en el mundo: Canadá.

¿Cuáles son esos países?  En América latina y el Caribe Isabel II es reconocida como Jefe de Estado en Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados, Belice, Granada, Jamaica, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, y San Vicente y las Granadinas.

La monarquía británica mantiene territorios coloniales o de ultramar en varios puntos de la geografía mundial, entre los enclaves de mayor relevancia está la islas Malvinas/Falklands, así como a Anguila, Bermudas, Islas Vírgenes Británicas, Islas Caimán, Montserrat; y las Islas Turcas y Caicos. En América Central la Reina inglesa es reconocida como Jefe de Estado en Belice.

En total son 54 los países y territorios en los que Isabel II tiene su influencia política mediante la Mancomunidad de Naciones, de la que es miembro una las denominadas economías emergentes más importantes: India.

Como parte de los esfuerzo de concentrar la influencias Británica posterior a los procesos de independencia, iniciados al término de la Segunda Guerra Mundial, se creó la Mancomunidad de Naciones, una especie de foro político que busca legitimar esta estructura en la que un Monarca ubicado a cientos de kilómetros aún tiene incidencias /influencias políticas sobre otros países, que el pasado fueron sus colonias. Es importante mencionar que la Mancomunidad de Naciones tiene sus orígenes en 1930 como un mecanismo de control político desde el centro Imperial – Colonial hacia sus zonas de influencia geopolíticas y coloniales, nació como “Mancomunidad de Naciones Británicas”. Posteriormente, debido a los procesos de independencia por parte de sus colonias, la monarquía promovió cambios para que sus miembros fueron de libre adhesión, pero con la condición de que el (la)  monarca sea quien dirija la mencionada organización.

Otro dato de interés está en la forma como los británicos idearon los sistemas políticos en cada uno de los países donde conservan están condición; sistemas de monarquías parlamentarias ¿Es esta una reinvención del coloniaje británico para preservar su influencia en el tiempo?

Los poderes que conserva la Reina Isabel II en estos enclaves geopolíticos son simbólicos en términos del poder real de un Estado sobre otros, no obstante, la monarquía designa a un Gobernador General (en los 16 países donde es reconocida como Reina y Jefe de Estado) que incide en la política interna de estos países, tributando hacia áreas comerciales, económicas y militares, en síntesis; en los intereses geoestratégicos de la monarquía británica y su permanente búsqueda de control y dominio en la escena internacional.

Es posible que alguien diga “¿qué relevancia tiene eso?”,” los británicos y la reina son chéveres”. Bueno, aunque en teoría en estos territorios la condición de Jefe de Estado no es heredable, esta situación si posee su relevancia geopolítica. Esta realidad política hace que los proyectos políticos nacionales ,así como sus gobernantes sean un soporte que legitima los intereses de la monarquía británica en el mundo, limitando y obstruyendo, por ejemplo ,la creación de un sentido de comunidad política libre de influencias externas y sin matices neocoloniales, incluso podría ser más denso y considerar que tal situación incide en la cultura política de estos países, en su gobiernos y su visión de ciudadanía con respecto a sus vecinos, con sistemas y culturas políticas diferentes.

También cabe mencionar que años recientes, en varios países del Caribe se han iniciado proyectos político para mediante actos parlamentarios eliminar tal condición con la que cuenta la Reina Británica. Entre los ejemplos está Jamaica en 2016, pero el proyecto nunca fue aprobado, se planteaban designar a un Presidente con los atribuciones de Jefe de Estado. Hace unos días atrás, el Gobierno y Parlamento de Barbados anunciaba que para 2021-22 se plantea convertir al sistema político en República  y eliminar la condición de Jefe de Estado que tiene la Reina Isabel II en el país caribeño.

¿En un mundo donde se supone la existencia de Soberanías de Estados consolidadas, deberían existir tales condiciones políticas especiales que aún conservan antiguos imperios coloniales?

 



[1] Politólogo. (ULA/Venezuela). Twitter: @ruizluisja /Instagram:ruizluisja .

viernes, 21 de agosto de 2020

(VENEZUELA) Gobernanza y Gestión Integral de los Desechos Sólidos:una respuesta al problema de la basura.

 

Por Luis Javier Ruiz[1].

Los procesos de degradación y afectación al Ambiente,  en consecuencia al planeta por parte de la actividad Humana y su vertiginoso proceso de desarrollo en los últimos 50 años son evidentes, aunque algunas de esas alteraciones graves al ambiente no logren ser determinadas a simple vista, existen algunas que se hacen parte de la cotidianidad de las pequeñas y grandes ciudades del mundo; en este caso, nos referimos al problema de la generación de basura y demás desechos sólidos, sean estos de origen domésticos o de procesos industriales.

Las dimensiones de este problema son de tal magnitud que años tras años los organismos internacionales mediante la Organización de Naciones Unidas han sostenido una ardua tarea de exhortación a los Gobiernos y Estados del mundo para estos  mantengan en sus agendas de Políticas y Presupuestos Públicos los temas relativos  a la gestión de desechos y residuos sólido  y las acciones para la preservación ambiental.

El problema de la  basura y los desechos sólidos representa en definitiva un reto de gestión ambiental de mayor impacto, en especial en las grandes zonas urbanas. ¿Qué se entiende como desecho sólido? Los residuos  o desechos sólidos  conocidos comúnmente como basura, desecho o residuo, están compuestos por residuos orgánicos (alimentos, excedentes de comida, etc.), cartón, papel, madera y en general materiales inorgánicos como vidrio, plástico y metales. Estos residuos provienen generalmente de actividades domésticas, servicios públicos, construcciones y establecimientos comerciales, así como de residuos industriales que no se deriven de sus procesos (CEPAL, 2016)[2].

Entendiendo que la explicación anterior resume la totalidad de la vida actual de las sociedades, se puede indicar entonces un problema que afecta a la mayoría de las sociedades mundiales, situación de la que Venezuela no es ajena.

En un contexto nacional, según datos de la CEPAL (2016), en Venezuela cada habitante produce entre 600 a 1500 gramos de basura por día, lo que indica un promedio de generación coincidente con la mayoría de los países de América Latina, unas 45 mil toneladas diarias de residuos o desechos sólidos.

Instituciones y Gobernanza

Desde una perspectiva legislativa, Venezuela cuenta con amplias Leyes en materia ambiental, de igual forma, cuenta con una ley vigente especializada exclusivamente en la gestión integral de la basura; “Ley de Gestión Integral de la Basura”. Es un instrumento que desarrolla todos los elementos necesarios para gestionar en todos sentidos el problema de la basura, y dejar de tratar el asunto como un simple servicio público más. No obstante, la realidad, el carácter aplicable de la ley aún es limitado en diversas áreas. Por mencionar algunas de las carencias institucionales que imposibilitan la aplicación real de este instrumento;  no existe un cuerpo institucional que se encargue y actúe como ente rector del tema de la gestión y aprovechamiento de los desechos y residuos sólido con capacidad de actuación real a nivel nacional, a pesar que la misma Ley demanda la creación del Consejo Nacional de Gestión Integral de la Basura.

Es en este contexto de deficiencia institucional, se plantea la urgente creación del Consejo Nacional de Gestión Integral de la Basura, como la estipula el Artículo 13[3] de la Ley de Gestión Integral de la Basura. El consejo nacional tiene establecida sus facultades así como sus atribuciones, entre las que destacan  ser una instancia de de consulta, concertación y decisión, para la coordinación, supervisión, fiscalización y asesoría en materia de gestión de los desechos y residuos sólidos a nivel nacional. También tiene la cualidad de convocar a los demás integrantes del Consejo que la Ley obliga, entre ellos representantes de los Ministerio de Interior, Justicia y Paz, Ministerio de Salud, Ministerio de Salud ,así como el Ministerio con competencia en Ambiente, institución base para la creación del Consejo para la Gestión integral de la Basura.

En la actualidad Venezuela cuenta con el Ministerio del Poder Popular para el Ecosocialismo, ente nacional dependiente del Poder Ejecutivo con las todas las atribuciones y potestad en materia ambiental. Dentro de esta institución rectora de los asunto ambientales existe un dirección nacional con responsabilidad en materia de gestión de la basura; Dirección General para el Aprovechamiento de la Basura. La realidad de esta oficina hasta ahora ha sido de inoperatividad absoluta, empezando porque el trabajo de ingeniería institucional, construcción de instrumentos y reglas para su operatividad es muy baja o inexistente. Sin embargo, la simple existencia de esta oficina nacional, es un gran paso para avanzar hacia la consolidación de un ente institucional capaz de ofrecer un soporte, gestión y planificación nacional en materia de desechos y residuos sólidos.

La existencia de un espacio institucional para gestión integral de la basura con capacidad de actual real se hace cada vez más necesaria, entre otros elementos, por el crecimiento de las principales ciudades del país, así como por la necesario generación de políticas públicas con visión de futuro y planificación urbana para la próxima década.

Entre los aportes y responsabilidades que debe tener el Consejo Nacional para la Gestión Integral de la Basura, la Ley ,en su artículo 15 establece que deberá aprobar el Plan Nacional para gestión integral de los desechos y residuo sólidos, apoyar técnica, administrativa y científicamente a los demás entes regionales, municipales y locales en la gestión integral de la basura y desechos en general, proponer al Presidente de la República la declaratoria de áreas en crisis ambiental o sanitaria, según aplique el caso, así como promover la creación de empresas públicas y privadas para la gestión y aprovechamientos de los desechos y residuos en las ciudades del país.

La puesta en marcha del Consejo Nacional la para la Gestión Integral de la Basura resultará en una especie de sala situacional permanente que deberá velar por todos los asuntos vinculados a la administración de los espacios, gestión y aprovechamiento de la basura, así como la constante búsqueda de estrategias para minimizar o mitigar el impacto ambiental que genera la acumulación de desechos y residuos sólidos en áreas urbanas del país. Además, incentivar y promover nuevos esquemas económicos a partir del aprovechamiento y reciclaje de productos desechas por la población. La propuesta del Consejo Nacional debe estar apegada a la realidad institucional venezolana, por lo tanto, los gestores impulsores deben romper las barreras que imponen los procesos lentos de la burocracia nacional, el Consejo no debe ser un ente ejecutor; debe ser un espacio para la planificación, articulación, diseño e impulso de los proyectos y realidades que experimentan los gobiernos municipales, que en última instancia seguirán teniendo la responsabilidad y facultad en la gestión de los desechos, debido a su carácter próximo a la población.

En la actualidad en problema de la gestión de la basura a quedado bajo responsabilidad de los Gobiernos Municipales (Alcaldías), para estos, más allá de la posibilidad de otras ventanas económicas y políticas ambientales, es una problema de servicios públicos. Es ese sentido que resulta pertinente dar otros enfoque, buscar en los conceptos de la económica circular algunas alternativas para el aprovechamiento de los desechos y residuos en Venezuela, y en consecuencia contribuir a mejorar las aéreas ambientales afectadas por la disposición de grandes cantidades de basura en las zonas periféricas de los centros urbanos. También es preciso tener en cuenta lo elementos de económicos y de trabajo subterráneo que se logran evidenciar en las personas que se dedican al reciclaje informal.

Es importante definir criterios organizativos para la búsqueda de un plan nacional de reciclaje y gestión de los desechos sólidos, que está bajo la rectoría y observación del Consejo Nacional previamente mencionado. Para ello, es conveniente tomar en consideración algunas recomendaciones estipuladas por la CEPAL (2016) donde se explican de forma práctica cuáles son los elementos fundamentales en los que se deben regir los planes y proyectos en las áreas de gestión y aprovechamiento de los desechos y residuos sólidos.

Los principios rectores del plan nacional para la gestión de los desechos y residuos sólidos a considerar son los siguientes:

1.    Principio de jerarquía en la gestión de residuos; la idea central de este principio es evitar la generación de residuos. En los casos donde sea inevitable la generación de desechos y residuos, se considera la aplicación de las internacionalmente conocidas tres “R”; reducir, reutilizar y reciclar.

2.    Principio de gestión integrada; fundamentalmente se basa en la idea de que una sola gestión o un solo responsable del plan no puede ejecutar la mejor gestión, por lo tanto, se requiere de la participación de todos los niveles institucionales, sociales, políticos y económicos con responsabilidad en la gestión de los residuos y desechos. Es en este espacio donde el fundamento de la Gobernanza se hace presente como factor dinamizador de una responsabilidad colectiva.

3.    Responsabilidad extendida del productor; al respecto se debe considerar en todo momento, que los fabricantes, importadores y distribuidores de artefactos, piezas y partes contaminantes poseen responsabilidad directa sobre los efectos causados al ambiente. Por lo tanto, deben procurar un manejo corresponsable para su reutilización, disposición final o almacenaje de forma segura y oportuna. En tal sentido, los fabricantes, importadores y distribuidores son fundamental en la planificación del proyecto.

4.    Los instrumentos económicos; el facto incentivo económico tal vez sea uno de los elementos que mayor movilidad le proporcione a todo proyecto. En este aspecto, se debe procurar la generación instrumentos económicos para incentivar, premiar o motivar al resto de la sociedad, empresas, individuos e instituciones a contribuir en la gestión de los desechos y residuos sólidos.

5.    Reducción de los residuos peligrosos; quizás este representa un elemento cada vez más relevante en la gestión de los desechos, la administración de los desechos y residuos peligrosos es cada vez mas importante para reducir los impactos contaminante de mayor gravedad al ambiente. Los desechos peligrosos son en esencia un punto a parte que requiere cada vez más un tratamiento con alto valor científico y técnico, pero además, de una estrategia de conciencia colectiva a partir de la educación e  instrucción a la población de los riesgos que implican la incorrecta disposición en el ambiente de los desechos y residuos peligrosos.

Finalmente, la simple mención de estos cinco principios, debe dar una orientación general para la configuración de un plan nacional de gestión de desechos y residuo sólidos, amparado y tutelado por el consejos nacional de gestión de la basura, órgano institucional que debe dar vida y actividad permanente, como parte de una acción de Estado, y no como un proyecto transitorio de “administraciones de gobierno” en determinados momentos, puesto que la generación de desechos y residuos no para, así como tampoco se reducen los niveles de alteración, modificación y contaminación de los espacios ambientales necesario para los equilibrios de los ecosistemas que al ser alterados, impacta negativamente en la vida humana y de los poblaciones, toda vez que, la contaminación a causa de una gestión errada de los desechos sólidos  conduce a efectos negativos a la calidad de los suelos, aire, agua y zonas boscosas.

La Gobernanza para gestión integral.

 Dentro de todas las consideraciones para el análisis sobre la gestión de los desechos y residuos sólidos debe prevalecer la mirada sobre la forma de organización política y social con la que se pretende hacer frente al problema ambiental. Sin duda alguna, es un asunto para la Gobernanza, más allá de la dureza del Estado como ente regulador en la convivencia social y política de la sociedad.

¿Qué es Gobernanza? ¿Para qué se invoca esta definición en este asunto? La Gobernanza se entiende  como una interacción deseada entre las instituciones del Estado, empresas, población, grupos de presión política organizados, así como organismos de carácter internacional. Esta interacción sólo buscará una armonización  de propuestas, recursos, planes e incentivos para el logro de los objetivos definidos entre todas las partes interactuantes. Es en esta sentido que la gobernanza en la gestión de los desechos sólidos en Venezuela, aún no posee la fuerza necesaria para consolidar un sistema nacional integrado de gestión de la basura, desechos y residuos peligrosos.

 Es una situación que más allá de las consideraciones técnicas y económicas, está determinada por una disminuida voluntad política en las partes que deben ser convocadas. Las experiencias, planes y proyectos al respecto existen, algunos en marcho otros en proyectos sin respaldas financieros o apoyos del Estado, lo que se requieres es la voluntad como política de Estado, utilizando el soporte que presta la Ley de Gestión integral de la Basura, las instancias de Gobierno nacional, estadal y municipal pueden generar las condiciones necesarias para la gobernanza en la gestión de los desechos y residuos.

En el marco de los Objetivos del Desarrollo del Milenio, bajo lo lógica de una visión sostenible del desarrollo, la Ley de Gestión de la Basura, abre las puertas para crear las condiciones necesarias para un proyectos de  gobernanza en las gestión de los desechos sólidos a largo plazo, se podrá incluso, utilizar experiencias en otras zonas del mundo como reflejo o espejo de cómo coordinar esfuerzos y voluntades para lograr disminuir el impacto negativo al ambiente que originan la prácticas inadecuadas en la gestión de los desechos y residuos.

Dentro de algunas experiencias en la región de América Latina, la CEPA (2016) analizó un plan ejecutado en la Ciudad de Cuenca, Ecuador. Este proyecto fue considerado como parte de las iniciativas innovadoras que buscan dar respuestas comunes bajo la lógica de la Gobernanza en la gestión de los desechos sólidos. El plan consistió fundamentalmente en la creación de la Corporación Municipal del Reciclaje. Esta corporación estaba bajo la responsabilidad política, administrativa y jurídica de la Alcaldía de Cuenca, cuyos años de inicio de dan en la década de los noventas. La corporación, así como en normal en todas las alcaldías, se encargaba de los servicios de recolección de los desechos, distribución y disposición final, pero además, empleaba métodos para la generación de humus que servían para los trabajos de ornato y mantenimiento de espacios y áreas verdes de la ciudad.

 El trabajo se realizaba junto a organizaciones civiles, organizaciones ambientalistas sin fines de lucro, así como con empresas privadas de reciclajes encargadas de la generación de empleos locales a partir de los procesos de reutilización, y transformación de los desechos reutilizables en productos o materia prima para subproductos derivados.

 Todo el trabajo se empleaba bajo métodos de la naciente teoría de la “economía circular”, en especial a pequeñas escalas o en grupos de trabajos distribuidos geográficamente en puntos determinadas de la ciudad. Un proyecto integral de estas magnitudes pretende mantenerse en el tiempo, no solo como un mecanismo para reducir el impacto de la generación de desechos, también como un factor generador de fuentes alternativas de ingresos y sustento económico a poblaciones vulnerables o en situación de pobreza extrema, que por lo general se ubican en las zonas periféricas de los grandes ciudades. De igual forma, se puede convertir en un laboratorio educativo permanente para los niños y niñas de los sistemas educativos primarios, tanto públicos como privados.

 

Consideraciones finales.

Los efectos de la mala gestión de los desechos y residuos sólidos van desde la erosión constante de los suelos cultivables, como la contaminación de las fuentes de aguas, así como la emisión constante de gases contaminantes del aire, son razones suficientes para comenzar a pensar el problema de la basura como parte de las políticas de Estado en América Latina, puesto que incluso, se ha considerado este problema como uno de los causantes del atraso en el desarrollo de la región[4].

Según la ONU (2018)[5] en la región de América Latina se producen al menos unas 541.000 toneladas de basura diariamente, lo que equivale al 10% de la producción mundial, el problema se agudiza cuando traemos sobre la mesa de discusión al dato de que también es una de las regiones con mayor espacios de reservas biodiversas del mundo, en tal sentido, el problema de los desechos y residuos pasa a ser un asunto de interés en los políticas ambientales para los Gobiernos y organismos internacionales presentes en la zona.

Otros de los grandes retos de la región, en datos de la ONU (2018)[6] está en las capacidades de reciclaje en los países, puesto que según sus estimaciones, el 90% de la basura producida no se recicla y se aprovecha bajo ninguna forma o estrategia, lo que indica que todos desechos y residuos terminan en rellanos sanitarios o espacios a cielo abierto, generando grandes impactos ambientales negativos a corto, mediano y largo plazo. De igual forma, resulta urgente trabajar en materia  legislativa y en políticas públicas para la correcta gestión de los desechos y residuos peligrosos que circulan dentro de los países de la región.

Finalmente, Venezuela cuenta con los recursos legales vigentes para continuar en la construir de instituciones garantes de la gestión integral de los desechos sólidos, no obstante, es preciso la construcción de estrategias para lograr la voluntad política de los decisores en materia de presupuestos públicos que permitan la puesta en marcha del Consejo Nacional para la Gestión Integral de la Basura, así como el fortalecimiento de las oficinas nacionales del Ministerio con competencia en materia ambiental que se encargan de la generación de políticas públicas en materia de aprovechamiento de la basura.

Una vez consolidado estos espacios, se podrá construir una novedosa red nacional institucional con capacidad de incidencia en la gestión municipal de la basura, así como en el aprovechamiento ambiental, social y económico de los desechos y residuos que producen nuestras  principales ciudades. Es preciso reinterpretar el problema de los desechos y residuos, no es solo un problema de servicios públicos, es un problema ambiental, social y económico, que con la correcto gestión podrá abrir nuevas ventanas que podría cambiar las condiciones económicas y ambientales de diversos grupos poblacionales que están vinculados o afectados por la gestión integral de los residuos y desechos sólidos.

 


[1] Politólogo. (ULA/Venezuela). Twitter: @ruizluisja /Instagram:ruizluisja .

[2] CEPAL (2016). “Guía General para la Gestión de Residuos Sólidos Domiciliarios” UN.CEPAL. Santiago de Chile. Pág. 15

[3]  Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela (2010) “Ley de Gestión Integral de la Basura”. Gaceta Oficial Nº 6.017 Extraordinario del 30 de diciembre de 2010

[4] ONU (2018). “Cómo la basura afecta al desarrollo de América Latina”. https://news.un.org/es/story/2018/10/1443562

[5] ONU (2018). “Cómo la basura afecta al desarrollo de América Latina”. https://news.un.org/es/story/2018/10/1443562

[6] ONU (2018). “Cómo la basura afecta al desarrollo de América Latina”. https://news.un.org/es/story/2018/10/1443562

martes, 18 de agosto de 2020

Nepal: aproximación al histórico conflicto de la naciente República

 

Por Luis Javier Ruiz[1]

El conflicto como fenómeno abstracto no siempre debe ser una causa o consecuencia política directa, no obstante; es parte de la naturaleza de procesos sociales y políticos en la evolución de las sociedades. En determinados casos, pareciera que son interminables o permanentes, en especial en sociedades con grandes e históricas contradicciones, con  los años evolucionan generando nuevos conflictos, como una cadena de eventos interconectados, que permiten que grupos, actores, facciones, partidos, grupo tribales o castas, nutran su existencia a partir del conflicto. Hablar de la historia reciente de Nepal, debe hacerse partiendo de esta aproximación.

La República Federal Democrática de Nepal, es un pequeño país ubicado en el continente de Asia, se encuentra en medio de dos potencias emergentes; China e India. Esta República posee uno de los índices de pobreza más elevado de la región. Datos del Banco Mundial indican que su PIB per cápita es apenas de 750$, desde esta perspectiva podemos notar que la desigualdad y la pobreza son combustible para el conflicto. La población de Nepal al 2020 es aproximadamente 28.087.871. La Capital de este país asiático es la ciudad de Katmandú.

El País nació como Monarquía Absolutista en 1768, bajo el mandato de “Raja” Prithi Narayana, figura que se asume como el unificador del país. Durante 240 años fue un país con un sistema político monárquico, incluyendo los años de colonia inglesa hasta 1923, cuando el Reino Unido reconoce su Independencia.

Los problemas políticos y sociales fueron progresivamente generando las condiciones de ilegitimidad del sistema monárquico, tanto en su condición absolutista como en su versión constitucional durante la década de 1960.

En este país, por años, las élites sostuvieron una superestructura en los grupos sociales se fragmentaban bajo un  régimen feudal de esclavitud y servidumbre, en especial en las regiones rurales, donde se ubicaban los más pobres y explotados por el sistema de castas (Martínez, 2012). A pesar de que en la Capital Katmandú, la idea del progreso lentamente se iba haciendo real y tangible. En 1996 estalla una guerra civil comandada por líderes de izquierda, de tendencia Maoistas. Las ideas revolucionarias habían estado aglutinando a cientos de miles excluidos y desplazados por las elites políticas tradicionales, el conflicto escaló a las armas.

La historia política moderna de Nepal ha estado determinada por las acciones de los partidos políticos revolucionarios, que en diversos episodios habían sido ilegalizados por la Monarquía, en el  forcejeo constante para preservar el poder.

 ¿Cuáles partidos han determinado el curso de los hechos políticos en Nepal? Los partidos de relevancia son El Partido Comunista Nepalés (maoista), Unión de Frente Popular, Congreso Nacional, Foro para los Derechos del Pueblo Madhesí y el Partido Comunista Nepalés Unificado Marxista-leninista.

    Debido a las marcadas diferencias en el Congreso nepalés y la imposibilidad de conquistar las reformas y cambios políticos, sociales y económicos que reclamaban, en 1996 el Partido Comunista Nepalés (maoísta), la Unión de Frente Popular y algunos miembros del Partido Comunista Unificado Marxista-leninista tomaron la decisión de ir a la “Guerra del Pueblo”. Las ideas de la Revolución pasan a la búsqueda del poder a través de la lucha armada. El conflicto terminaría en 2006 con mediación de la ONU y bajo la promesa de que la Monarquía realizaría todos los cambios que demandaban los grupos que conformaban las guerrillas revolucionarias rurales y urbanas. Además, se debía incorporar a la vida social, económica y política a más de 19 mil personas que conformaban el ejército popular que combatió a la monarquía por una década.

    Previo a la finalización de la guerra civil, la monarquía había estado en su punto de quiebre de mayor polémica, el 1 junio 2001 el Príncipe Dipendra asesinó al Rey Birendra y a ocho miembros más de la familia del monarca. Las razones de la masacre en el Palacio Real giraron en torno al abuso del alcohol y drogas por parte del heredero al trono nepalés. En adelante, el hermano del asesinado Rey, Gyanendra; tomaría el poder. Una vez en el poder, disolvió al Parlamento, generando una nueva crisis política. Ante este nuevo escenario, los líderes de los partidos políticos, comunistas y de otras corrientes de izquierda, convocan masivas manifestaciones de calle en todo el país, encontrando la represión y muerte, como respuesta de la monarquía. Una vez que los grupos políticos que hacían vida dentro del parlamento elevan la confrontación con la monarquía , los maoístas cada vez iban ganando terreno - producto de sus victorias militares - comienzan a tratar de regresar a la legalidad del sistema político a los miembros del Partido Comunista Nepalés, que lideraban al ejército popular. En 2006 se logra la paz negociada con la mediación de la ONU, se restituyó al Parlamento, el Rey dejó de ser el Jefe de Estado y se aprobó una Constitución Interina, como parte de las condiciones de la negociación.  Durante los siguientes dos años, el Parlamento seria centro de intensos debates, el fundamental para todos los corrientes de partidos comunistas era la disolución del sistema político que daba existencia y legitimidad a la monarquía, y a la figura del Rey. Las diferencias y presiones para hacer realidad los acuerdos pactados, como la incorporación de los exguerrilleros revolucionarios a las fuerzas armadas nacionales, las reformas agrarias, políticas y económicas abonaron el terreno y los criterios políticos de la población. Sumado a esto, los distintos partidos de izquierda, en especial los comunistas, hicieron el trabajo de agitación permanente para socavar la legitimidad y legalidad de la figura del rey, proponer un sistema político parlamentario  e ir conformando un sistema democrático federal.

 En 2008, como parte de los acuerdos, se celebró la elección para la Asamblea Constituyente, el Partido Comunista Nepalés (maoísta) obtuvo la mayoría en la elección (228 escaños de 601), pasarían de ser grupos guerrilleros a tener la posibilidad de conformar Gobierno, liderar la elaboración de la nueva Constitución Nacional y hacer posible la Revolución en Nepal. Durante este proceso ocurrió otro hecho de gran trascendencia, la Asamblea Constituyente expulso al rey  Gyanendra del  Palacio Real.

Nepal dejaba de ser un país con sistema de monarquía parlamentaria para convertirse en una República Federal parlamentaria, en un proceso de transición menos traumático, pero que había sido producto de más de una década de guerra civil.

Los cambios y transformaciones políticas parecían indetenibles, sin embargo, una vez que los dos partidos comunistas mayoría en el congreso conformaron gobierno, surgieron las diferencias entre las corrientes políticas, antes de cumplir un año cuando el Primer Ministro Maoista Prachanda (electo con 464 escaños) fue depuesto por el Parlamento antes del término de su mandato de cuatro años. En adelante, los partidos comunistas no lograban establecer gobiernos de larga duración, mientras una facción de los comunistas era gobierno, la otra le hacía oposición en las calles, convocando a paros y huelgas generales, consideraban que existía incumplimiento de acuerdos como la reparación de las víctimas de la guerra, denuncias de corrupción y “traición a los ideales comunistas” (Martínez, 2012[2]).

¿Porqué los partidos comunistas tienen mayoría en el Parlamento y apoyo entre la población?  Se podría pensar que por ser un país de mayoría pobre y rural, la izquierda y los partidos comunistas tiene mayor capacidad de convencimiento político, no necesariamente debe entenderse así. Nepal está influido profundamente  por el hinduismo – es su religión-, la misma base de creencias que de alguna forma utilizó  durante años la monarquía, fue usada por los partidos comunistas, pero esta vez haciendo una paralelismo con los valores de solidaridad, inclusión y hermandad que promueve el hinduismo (Martinez,2012). Las corrientes comunista lograban ganar adhesión al proyecto de revolución comunista entre la población rural pobre, así como en los centros urbanos capitalinos de mayores capacidades económicas. Desde otra perspectiva, la posible intervención y apoyo del Partido Comunista de China a favor de los grupos guerrilleros maoístas y las otras corrientes comunistas, podría haber contribuido al derrumbe de la monarquía, ésta última apoyada y defendida por partidos conservadores y de corrientes derechistas que recibían apoyo de la India (Martínez, 2012). Los grupos de comunistas lograron aprovechar no solo las demandas hacia lo interno de la población, también se enfocaron en extraer créditos políticos al rechazo creciente que había al carácter injerencista de la India en los asuntos interno de Nepal. Bajo este supuesto, el Partido Comunista de China, contribuyó en las condiciones objetivas para que su rival geopolítico (India) perdiera poder de influencia dentro del proceso político nepalí.

Para los partidos comunistas de Nepal ha quedado claro que no solo bastaba con llegar al poder político del Estado para hacer los cambios y las transformaciones que sus ideas políticas habían diseñado, las contradicciones político-ideológicas también son otro asunto a confrontar y resolver. Esta situación no les permitía llegar a acuerdos para aprobar la nueva Constitución Nacional, que había demandado la Asamblea Constituyente instalada en 2008, fue hasta el año 2015 cuando lograron aprobar la nueva Constitución. ¿El costo? Divisiones y fragmentación de los dos grandes partidos comunistas de Nepal (PCN / PCN-UML), a pesar de que aún detentan el poder político y del Estado en la nación.  

Los años han pasado, muchas de las demandas están esperando respuesta, Nepal sigue siendo un país pobre, a pesar de los importantes cambios y reformas políticas logradas por los Partidos Comunistas,  las diferencias entre las visiones de los partidos comunistas en torno a los problemas estructurales  se mantienen.

Nepal es una joven República Federal en  Asia, cuyo análisis y estudio debe hacerse como un caso paradigmático en base a la idea  cíclica del conflicto, donde pareciera no existir acuerdo o capacidades para establecer un sistema político estable, capaz de dar respuesta a las demandas de la población y  a los  retos que imponen las dinámicas mundiales, para ello resulta necesario la consolidación de las instituciones del Estado, fomentar mecanismos de organización política  para la  participación de la población en el proceso de construcción de un sistema  social y político democrático.



[1] Politólogo. (ULA/Venezuela). Twitter: @ruizluisja /Instagram:ruizluisja .

Referencia bibliográfica utilizada:

[2] Martinez, Jon E. Illesca (2012). "Nepal: la revolución desconocida. Crisis permanente en la tierra de Buda". Editorial La caída. Madrid. España.